“La FAES no depende de nadie. La muerte como divisa”, es una investigación de Keymer Ávila publicada como libro con Provea. Allí, traza el perfil de lo que se considera un tipo de política de exterminio promovida por el Estado
25 de julio de 2022
Alejandro Ramírez Morón
Keymer Ávila publicó recientemente el libro “El FAES no depende de nadie. La muerte como divisa”. En esa investigación apunta que cuerpos policiales de esa naturaleza son una muestra de racionalidad bélica, un claro ejemplo de contrarreforma e hipertrofia policial, y, finalmente, que son el producto de un largo proceso de precarización institucional
Ávila es Investigador del Instituto de Ciencias Penales de la Universidad Central de Venezuela, Profesor de Criminología en pre y postgrado de la misma universidad. Además, es miembro de la Red de Activismo e Investigación por la Convivencia, REACIN.
Su investigación revisa 8.734 casos de víctimas por intervención de la fuerza pública entre 2017 y 2020: 26% se deben a la intervención de la FAES.
“En el caso de nuestra investigación, por cada funcionario de la FAES fallecido mueren 251 civiles”, indica.
Sobre el libro de Ávila apunta en sus páginas introductorias Magdalena López, del Kellogg Institute for International Studies, de la Universidad de Notre Dame: «Sin perder de vista el contexto histórico de la violencia estatal venezolana, y proponiendo una discusión teórica sobre el tipo de definición que corresponde a un cuerpo como las FAES, Ávila señala una diferencia fundamental en relación a otros grupos paramilitares o escuadrones de la muerte en América Latina: su carácter abiertamente estatal como cuerpo reconocido y reivindicado por el ejecutivo, a quien responde directamente sin supeditarse a ninguna otra instancia del Estado. Ejecuciones, robos, extorsiones, torturas, desapariciones forzadas y sicariato practicados por las FAES dan cuenta de una extensa red criminal que se expande hacia políticos, legisladores y actores internacionales para configurar un territorio en el que los controles político y, sobre todo social, se entremezclan para asegurar la soberanía de un tipo de régimen autoritario que lejos de ser monolítico, aparece como una conjunción de múltiples grupos criminales de origen diverso y no siempre articulados entre sí».
–¿Por qué la FAES ejecutaban un mismo patrón de hombres jóvenes, pobres y morenos adentro de sus casas? ¿Qué trataban de justificar estas muertes? ¿Qué había detrás de estos asesinatos?
-El perfil de las víctimas fatales de las FAES es el mismo que el de la violencia policial en general de los países de este continente: jóvenes, pobres y racializados. Ellos suelen ser los objetivos militares de nuestros sistemas penales clasistas y racistas, de los que Venezuela no es la excepción, por el contrario, se presenta como uno de sus casos más extremos.
Desde un nivel de análisis muy general, en el caso venezolano confluyen varios factores. El primero, es la precariedad político-institucional del país, donde el poder se ejerce sin límite alguno, incluyendo el poder sobre la vida y la muerte que opera con total impunidad. En segundo lugar, tenemos la precariedad económica y social, que no le presenta opciones de vida lícita y digna a nuestros jóvenes, ofreciéndoles principalmente las vías ilícitas y de las armas como modo de vida, ya sea usando un uniforme o sin él. Y finalmente, debe considerarse la promoción y tolerancia de la violencia institucional, que no gira en torno de los intereses públicos, sino de intereses particulares y sectoriales, que termina formando parte de una violencia estructural más grande, en la que nos encontramos todos inmersos.
Ya cuando se analizan y estudian los casos concretos, tal como lo explicamos en la investigación “El FAES no depende de nadie. La muerte como divisa”, se observa que estos jóvenes pueden ser asesinados por múltiples motivos.
No en pocas ocasiones se trata de confusiones o errores de identificación; conflictos interpersonales; porque son un indicador de resultados que los funcionarios muestran a sus superiores en determinadas coyunturas; tenían antecedentes penales o registro policial; estaba solicitado por la justicia o era acompañante de una persona solicitada; estaba siendo asaltado por un funcionario; se encontraba en la comisión de un delito –flagrancia- o porque efectivamente se trató de un enfrentamiento armado. Este último supuesto es muy excepcional –como ya lo hemos explicado en otras oportunidades-. ¿Qué tienen en común estos casos? La impunidad, la ausencia de una respuesta institucional por parte de los organismos de control interno y externo de estos cuerpos de seguridad, especialmente estos últimos: la Defensoría del Pueblo, el Ministerio Público y los Tribunales.
-Pongamos en el tapete el GOES. ¿Es una mutación de la FAES? Sebastiana Barráez dijo en uno de sus artículos que la FAES solo habían cambiado de nombre; usted dice en un artículo que los están reasignando, que algunos cuerpos policiales no los reciben por la falta de formación profesional. ¿El GOES es lo que era antes las FAES?
-Desde lo organizacional, institucional y normativo son espacios diferenciados. El Grupo de Operaciones Estratégicas conocido por sus siglas GOES, es el heredero de la Brigada Especial contra Grupos Generadores de Violencia creada por Gaceta Oficial en 2014, que fue parte de la reacción gubernamental ante las protestas de ese año, en el que se hicieron varios cambios legislativos e institucionales que profundizaron la militarización de los cuerpos de seguridad del país y la racionalidad bélica. El GOES depende directamente del Ministro de Interior y no pertenece a ningún otro cuerpo de seguridad. Si analizamos el contexto y la racionalidad política de estos espacios, todo apunta a que lo que hubo en abril de 2022 fue solo un cambio de nombre y de jefe de este grupo. En principio, ese cuerpo tiene como objetivo principal declarado la seguridad del Estado.
En cambio, la Fuerza de Acciones Especiales, conocida por sus siglas FAES, es una división perteneciente a la PNB, no tiene referentes normativos conocidos, ni una especialidad definida, fue creada en 2017, luego de las protestas de ese año, y en eso tiene cierta coincidencia originaria con el GOES. Pero se diferencia ampliamente en su trayectoria y saldos letales que detallamos en la investigación ya mencionada. La mutación de la FAES se encuentra realmente en otros espacios de la PNB como la DCDO, DIP, DIE, BTI, entre otras. En principio la PNB, y todas sus divisiones, tienen como función la seguridad de los ciudadanos, es decir, velar por la protección de sus derechos, pero en la realidad hacen lo contrario.
Entonces, si bien ambos cuerpos pudieran tener orígenes y motivaciones políticas similares, son espacios conceptual, orgánica e institucionalmente distintos. Ya si existe reciclaje de funcionarios de la FAES al GOES, desconozco, o que en la práctica se utilicen ilegalmente para ejercer labores de terrorismo de Estado, ese es ya otro asunto.
Lo cierto es que parte de la fragmentación Estatal y la expansión de un muy particular Estado de Policía, se expresa en la proliferación de diversos cuerpos armados estatales, es lo que hemos denominado hipertrofia policial. En los últimos años el incremento del pie de fuerza policial ha alcanzado un 75%, tanto así que ya se vienen constituyendo en una amenaza para ellos mismos.
-Pongamos la lupa en la descomposición institucional que supone un organismo como este en Venezuela, es decir, desorden, un Estado anárquico, disperso, que da cabida a este tipo de fenómenos; analice esta perspectiva, por favor.
-Como se asoma en la mencionada investigación e insistimos en un trabajo más reciente, el Estado no es un todo homogéneo, verticalizado, centralizado, monolítico, que tiene todo bajo control, que está exento de fisuras, facciones o contradicciones. Un Estado autoritario puede ser también caótico, precario institucionalmente y promover la creación de pequeños feudos, las fuerzas de seguridad no están exentas de esta lógica, por el contrario, están inmersas en ella, la condición sería que mantengan bajo control -lícita o ilícitamente- a cualquier elemento que pueda disputarle al gobierno el poder.
Justamente por esas características, desde el Estado se puede ejercer una mayor violencia porque se tienen menos límites y controles. En este contexto, grupos como las FAES generan diversas funcionalidades políticas y económicas para quienes los dirigen y los integran.