14 de octubre de 2018
Keymer Ávila | @Keymer_Avila
En el informe final de la Comisión por la Justicia y la Verdad (CJV), intitulado “Contra el silencio y el olvido. Por la verdad y la justicia”, se denuncian y documentan graves violaciones a los derechos humanos que formaban parte de la práctica del terrorismo de Estado entre los años 1958-1998, muchas de ellas llevadas a cabo siguiendo las enseñanzas de la Escuela de las Américas, en el marco de la Doctrina de la Seguridad Nacional. Este horror era encubierto siempre por el discurso oficial que presentaba a los gobiernos de turno como democráticos, respetuosos del derecho a la vida y la legalidad.
Desde el poder “bastaba con presentar los hechos, oficialmente, como «enfrentamientos» y, en algunos casos puntuales, incluso se llegó a la perversión de presentar como suicidios a los que a todas luces eran asesinatos (…) parece que en algunos eventos, los asesinatos terminaron ocurriendo por «error» de los torturadores, y ante la imposibilidad de desaparecerlos, se recurrió inicialmente al maquillaje y al engaño” (pp.255-256). En esos cuarenta años, con este patrón, destacan cuatro casos.
José Gregorio Rodríguez fue detenido el 26 de abril de 1962 por la DIGEPOL-DISIP (hoy su equivalente sería el SEBIN) y torturado hasta su muerte (26 de mayo), “tras lo cual, fue lanzado del cuarto piso, para simular su suicidio” (p.287). Sobre este caso el legislador del PCV, Gustavo Machado, dijo ante la Cámara de Diputados: “Fue torturado hasta la muerte y después de que pereciera en el suplicio fue arrojado por una de las ventanas de la DIGEPOL”. Estas “palabras echaron por tierra el esfuerzo del betancourismo y de la prensa del momento para imponer el supuesto suicidio”.
Rodríguez fue torturado por antiguos funcionarios de la Seguridad Nacional de la dictadura de Pérez Jiménez “reciclados” por el gobierno de Betancourt (Barrios, 2012; Abreu, 2012). “El informe médico lo reprodujo textualmente Miguel Otero Silva, en su célebre libro Cuando quiero llorar no lloro. De hecho, este crimen fue verificado por una comisión de la Cámara de Diputados del antiguo Congreso, cuyo informe fue ocultado a la opinión pública” (CJV, ídem). Años después Soto Rojas (1964) y Alberto Lovera (1965) serían también lanzados, el primero desde un helicóptero, el segundo encadenado al mar.
El 19 de noviembre de 1965, la prensa informó sobre la muerte del pintor Juan Pedro Rojas Mollegas, quien después de los interrogatorios fue encontrado ahorcado en una celda del Teatro de Operaciones N° 4, pero su cadáver nunca apareció. Hasta la presente fecha se desconoce su paradero (p. 248).
Fabricio Ojeda, el 19 de junio de 1966, fue detenido y trasladado al SIFA (hoy su equivalente sería la DGCIM), tres días después fue asesinado “y su muerte presentada como un suicidio, versión desmentida por su propio cadáver, el cual presentó signos evidentes de tortura” (p.257).
Suicidios bajo custodia en la era Maduro
Luego de 39 años de estos hechos, en un lapso de menos de 4 años, no solo se han incrementado en más de 400% las detenciones por razones políticas, así como las diversas violaciones a su integridad personal, han fallecido, además, bajo custodia de la policía política tres personas.
El 12 de marzo de 2015, Rodolfo Pedro González Martínez aparece suicidado en la sede de la policía política. Dos años después, el 17 de septiembre de 2017, el concejal apureño, Carlos Andrés García, muere cuando lo trasladan desde el SEBIN al hospital. Y hace unos días muere, en extrañas circunstancias y bajo el relato oficial del suicidio, el concejal Fernando Albán Salazar.
En este último caso el discurso oficial, antes de hacer las investigaciones de rigor, ya definía de entrada al hecho como un suicidio. En tres días, se manifestaron dos actores institucionales, con tres descripciones distintas sobre lo sucedido.
Con independencia de las circunstancias de cada una de estas muertes el Estado es «responsable de la vida de las personas que se encuentren privadas de su libertad (…) o sometidas a su autoridad en cualquier otra forma» (Artículo 43 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela). Es fundamental exigir una investigación autónoma, independiente, imparcial y confiable sobre estos hechos. La historia nos ha enseñado con mucha sangre y sufrimiento que no se debe creer a priori en las iniciales y apresuradas versiones oficiales.
Discursos oficiales sobre el caso de la muerte del preso político, Fernando Albán, que se encontraba bajo custodia de la policía política
Tareck William Saab (primera versión)
Versión ofrecida por Néstor Reverol
1. Se tuvo conocimiento del suicidio de Fernando Alban,quien se encontraba detenido en el Sebin desde el 5 Octubre por la investigación del magnicidio frustrado y estar involucrado en actos desestabilizadores dirigidos desde el exterior,de los cuales,existen suficientes pruebas
— Néstor Luis Reverol (@NestorReverol) October 8, 2018
2. En el momento que el detenido iba a ser trasladado al tribunal, encontrándose en la sala de espera del Sebin, se lanzó por una ventana de las instalaciones cayendo al vacío, ocasionándole la muerte
— Néstor Luis Reverol (@NestorReverol) October 8, 2018
Tareck William Saab (segunda versión)
#Periscope | Declaraciones del Fiscal General @TarekWiliamSaab https://t.co/m4ueeHciWc
— VTV CANAL 8 (@VTVcanal8) October 10, 2018
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Actualización para abril de 2024: hoy la lista llega, al menos, a 13 personas en nueve años:
1. Rodolfo González Martínez (marzo de 2015)
2. Carlos Andrés García (septiembre de 2017)
3. Rafael Arreaza Soto (noviembre de 2017)
4. Fernando Albán (octubre de 2018)
5. Nelson Martínez (diciembre de 2018)
6. Ángel Sequera (marzo 2019)
7. Rafael Acosta Arévalo (junio2019)
8. Pedro Santana (agosto 2020)
9. Salvador Franco (enero 2021)
10. Gabriel Medina Díaz (agosto 2021)
11. Raúl Isaías Baduel (octibre 2021)
12. Leoner Azuaje (abril 2023)
13. Marino José Lugo Aguilar (abril 2024)